Imaginen un pueblo, a la mitad del desierto
sonorense done casi no llueve, 60 kms al sur de la frontera con Estados Unidos,
con menos de 7 mil habitantes y que sus mayores industrias son la agricultura y
el ganado. Las calles no están pavimentadas, hay una sola primaria y una sola
secundaria y la preparatoria más cercana se encuentra a una hora de distancia. No
hay tiendas, ni negocios y hay más gente a caballo y bicicleta que en carro.
Bienvenidos a Fronteras, Sonora, hogar de “Las Chicas Bravas”.
Las Chicas Bravas son un grupo de mujeres en
sus 50s y 60s que hace ya varios años decidieron tomar en sus manos su futuro y
el de sus familias y crear una cooperativa para impulsar el desarrollo del
pueblo donde viven. Hasta el 2002, la mayorÃa de las familias que vivÃan en
Fronteras, trabajaban en una fábrica de persianas americana que operaba en el
pueblo, sin embargo, la compañÃa decidió ese año cerrar sus operaciones y
mudarlas a otro lugar, dejando una fábrica abandonada, a cientos de familias
sin empleo y a todo un pueblo sin su mayor fuente de ingresos.
Las Chicas Bravas siempre habÃan soñado con
tener su propio negocio, y es por ello que cuando la fábrica de persianas cerró,
empezaron a tomar cursos para mejorarse, es ahà donde conocieron a Alicia
Valenzuela. Alicia nació y estudio periodismo en los Estados Unidos, donde conoció
a su esposo Roberto Valenzuela. Roberto nació en México pero fue educado en los
Estados Unidos, ranchero de nacimiento pero ingeniero de profesión conoció a
Alicia en la universidad y después de casarse decidieron mudarse a California,
donde Roberto trabajo para Hewlett Packard y Alice comenzó el primer periódico hispano
de la región. Cuando sus hijos nacieron, decidieron regresar a México, al lugar
donde Roberto habÃa heredado un rancho y han hecho su vida ahà desde entonces.
Casi 20 años después de haberse mudado al rancho y de ser partes activas e
importantes de su comunidad, todos en Fronteras y a sus alrededores conocÃan a
los Valenzuela. Es ahÃ, en el 2005 donde Alicia comenzó a dar platicas de desarrollo
personal a las mujeres de Fronteras. Poco sabÃan ella y las mujeres a quienes
daba las pláticas que pronto harÃan historia en Fronteras.
Después de varios meses de pláticas, un grupo
de alrededor de 10 mujeres quienes en ese entonces estaban en sus 40s, 50s y
60s decidieron formar una cooperativa pues veÃan que no habÃa trabajos y que si
ellas no hacÃan nada, nadie lo harÃa. Comenzaron poniendo una guarderÃa para
los niños de las mamás y papás que tenÃan que trabajar en el pueblo más cercano
(Esqueda, a una hora de distancia), después abrieron un pequeño restaurante y
finalmente, con la ayuda de Alicia, encontraron una nueva oportunidad- el
reciclaje de electrónicos. Ahora, se preguntarán, ¿cómo una cooperativa de
mujeres, la mayorÃa en sus 50s y 60s y sin tÃtulos en ingenierÃa se involucraron
en el reciclaje de electrónicos? Con el apoyo de Mike Rohrbach y Robin
Ingenthron.
Mike es un ex-ejecutivo de IBM quien a
retirarse se fue a vivir al sur de Arizona y quien dirige su propia organización
no gubernamental que ayuda a reducir la brecha digital al donar computadoras a
organizaciones en necesidad de ellas. Robin es un empresario nacido en Arkansas,
quien se unió a los cuerpos de paz (Peace
Corps) al terminar la universidad y quien antes de fundar su empresa de
reciclaje de electrónicos en Vermont llamada American Retroworks y su organización
sin fines de lucro llamada WR3A fue el
director del programa de reciclaje del estado de Massachusetts. Robin y Mike ya
se conocÃan y al ser contactado Mike por Alicia con relación al proyecto de Las
Chicas, el inmediatamente decidió llamar a Robin para ver si le interesaba lo
que estaban haciendo en México. Robin respondió al llamado, pocos meses después
voló para visitar a Alicia y Roberto y conocer a Las Chicas y Fronteras y ellos
junto con Mike se asociaron y crearon Retroworks de
México. Con el apoyo de Robin y su compañÃa, Las Chicas lograron convencer
al presidente municipal de Fronteras a que las apoyara y les concedió el
arrendamiento indefinido del edificio que solÃa ser la fábrica de persianas,
con la única condición de que crearan trabajos en Fronteras.
Al tener ya el apoyo de tantas personas y un
edificio donde comenzar a operar, lo único que faltaba era el entrenamiento.
Para esto Robin invitó a varias de Las Chicas y sus esposos a Vermont para enseñarles
como desensamblar, manejar y reciclar los electrónicos de manera adecuada, invitó
al técnico llamado Mariano para entrenarlo mejor en los aspectos técnicos del
proceso y a un servidor para ayudarle con la traducción de manuales, reglas y
lineamientos para el correcto manejo, desensamblaje y reciclaje de los electrónicos
asà como los procesos paso por paso para obtener el mayor valor posible de
todos los componentes que hacen a un electrónico. Después de nuestro
entrenamiento en Vermont, todos volvimos a Fronteras para entrenar a los demás
y el resto es historia.
En lo personal siento una gran satisfacción,
pues me involucré con American Retroworks por primera vez en el 2007 y desde
entonces he visto como un pueblo con calles completamente de tierra, sin
internet y con poco acceso a la electricidad y sin educación superior ha
logrado crecer y desarrollarse gracias al reciclaje de electrónicos hecho de
manera responsable y a un grupo de mujeres fuertes, decididas y perseverantes
que no dejaron que ningún obstáculo las alejara de su objetivo. En verdad son
dignas de admirar y me considero afortunado de conocerlas y de poder haber
aportado, aunque fuera lo mas mÃnimo, a su causa.
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